La importancia de fomentar el encuentro directo para garantizar la autoestima y el bienestar de niños, niñas y adolescentes
La tecnología es una herramienta que revolucionó el mundo. Nos es muy difícil pensar la actualidad sin ella, pero así como puede ser maravillosa, se hace necesario regular su manejo. Lo dice la psicopedagoga, profesora y especialista en clínica de niños y adolescentes, Liliana González, en la clase abierta «Infancias y adolescencias de hoy, el desafío de educar», de Aula Abierta.
La especialista que atiende a niños, niñas y adolescentes desde hace 50 años, asegura que para comprenderlos debemos ubicarnos como profesionales en esta época, pensando en la subjetividad de los niños de hoy. Aunque para ella la esencia continúa siendo la misma, “el niño con el deseo de jugar, y el adolescente con el derecho a soñar», la expansión de la tecnología marca un antes y un después en los estilos de vida.
«La soledad con las pantallas, es un combo explosivo»
Los padres, madres y demás personas con niños a su cargo, trabajan cada vez más, y muchas veces se dificulta dejar un resto de energía para pasar un tiempo gozoso con los más chicos. Al no haber un adulto demasiado presente, la tecnología entra en la vida de los niños y niñas sin filtro ni control. Esto los deja expuestos a problemáticas adultas, como imágenes obscenas y violentas, entre otros contenidos que no son adecuados para su edad y comprensión. También los expone ante peligros como el grooming y acosadores. «La soledad con las pantallas, es un combo explosivo», remarca aclarando que soledad en la niñez hubo siempre, pero que la de hoy en día es distinta.
Esta falta de crianzas gozosas, sumada a la súper exposición a las tecnologías, desemboca en problemáticas concretas que afectan el desarrollo de los chicos y chicas. Es necesario que haya alguien con mirada amorosa y escucha atenta, si no los más jóvenes empiezan a mostrar síntomas convocando a sus padres: se enferman seguido, tienen problemas de conducta o les va mal en la escuela.
“la escuela debería ser el lugar para el encuentro con el otro”
La otra parte del problema reside en que un sector de la medicina, en especial los laboratorios, está haciendo muchísimo dinero con estos síntomas infantiles que en realidad hablan de un desencuentro entre los más chicos y una sociedad que no los respeta. Hay un exceso de diagnósticos, se patologiza la infancia cuando en muchos casos los desencadenantes son incomodidades que no se solucionan con pastillas.
Habiendo tantos hogares con problemas en la comunicación, la escuela debería ser el lugar para el encuentro con el otro. Y aunque lo académico es importante, la psicopedagoga está convencida de que la función principal de la escuela reside en ser el espacio de la socialización. Los amigos son los compañeros en las iniciaciones, un adolescente con buenos amigos y amigas a su lado tiene la mirada crítica de un otro que lo ayuda en las decisiones que se presentan en el camino. Además de que la construcción de la amistad es esencial para desarrollar el dar y recibir. Pero los preocupantes y tan usuales problemas de bullying tienen que ver con una deficiencia en esta socialización: no registrar al otro. «El bullying es el fracaso del amor y de la palabra», considera. Hay que analizar el acoso con los chicos, porque la violencia es falta de lenguaje. Incentivando la expresión en palabras, podrían evitarse estas problemáticas, aunque esto no va a suceder mientras sigamos desconectados de los acercamientos directos.
“La escuela de este siglo debería ser un centro de investigación donde se enseñe a hacer buenas preguntas”
Con respecto a los cambios sociales se pregunta, si hubo tantos, ¿por qué la educación no avanzó al mismo ritmo? Para la docente el sentido de la escuela en esta era de la comunicación ya no es el de informar. La escuela de este siglo debería ser un centro de investigación donde se enseñe a hacer buenas preguntas. «Necesitamos una escuela que nos saque del aula, donde la palabra de los chicos no moleste», opina sobre este corrimiento necesario para que los estudiantes se involucren y se emocionen con los contenidos que ven.
Otra falta que encuentra en el sistema educativo, es el hecho de que las/los adolescentes terminen la educación obligatoria sin saber qué les interesa. Esta deuda de la educación, considera que podría saldarse modificando los modos de la escuela y adaptándolos al momento. «Para que los chicos estudien necesitamos una escuela atractiva, docentes interesantes y convocantes, alegría en la escuela, humor en el aula, encuentros afectivos y emocionales lindos, y una familia que acompañe, no que boicotee a la escuela”, explica.
Por ende, para la especialista es muy importante comprender que los niños y adolescentes nos están mirando, por lo que el sentido de la vida se lo tenemos que dar desde el rol de adultos, honrando la vida: «No les puedo pedir ni a mis alumnos ni a mis hijos, lo que yo no soy capaz de sostener», afirma. Y como profesionales que acompañan en el desarrollo a personas en formación, atender las emociones en el aula y reparar en la manera en que se están dando los vínculos. Reencontrarnos con la conexión directa en esta era de hiper-conexión, siendo capaces de detectar, prevenir y mediar los conflictos que surgen entre niños, niñas y adolescentes en el día a día, se vuelve imprescindible para guiar en el alcance de vidas plenas.
Es posible ver la clase abierta completa, «Infancias y adolescencias de hoy, el desafío de educar», de la profesora Liliana González aquí:
Para quienes estén interesados, seguiremos profundizando sobre estas temáticas en el curso universitario 100% virtual “Vínculos en la infancia y la adolescencia actual”. Pueden inscribirse ingresando al siguiente link: https://aulaabierta.info/vinculos-en-la-infancia-y-adolescencia-actual/